Amos 3:7,8 - Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. 8 Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?
En una ocasión, recuerdo visitar un zoológico que contaba con una gran cantidad de animales y diferentes especies. Durante mi caminata y observación, note como cada animal no solo contaba con su propia hermosura y distinción, sino que cada uno de ellos hablaba y emite un ruido diferente. Escuché el silbido de varias aves, las risas de varios monos, entre otros…. Pero si hubo uno que me captó la atención, fue sin duda alguna, el rugido del león. Recuerdo que al caminar cerca a los otros animales mientras las personas alrededor los escuchaban, ellos disfrutaban poder escucharlos, de tal manera que querían permanecer allí para escucharlos lo mayor posible. Sin embargo, cuando anduve cerca del hábitat diseñado para el león, recuerdo que tan pronto el mismo decidió rugir, aquellos alrededor tuvieron temor y fueron impactados. Todos los presentes estuvieron convencidos de que no es lo mismo oír acerca del Rugido del León, que ser el Recipiente de tal Rugido. Pues la realidad es que al Escuchar el Rugido del León, también tenemos que reconocer que estamos ante la Presencia del Mismo. Si el León Ruge, es porque él está Presente, y no solo dice Presente, sino que Ruge en señal de aviso ya que algo está por acontecer.
Es interesante poder profundizar sobre un libro y personaje muy olvidado. Amos, fue un profeta del AT para los tiempos del Rey Uzías y el Rey Jeroboam. Su nombre, significaba “Carga o Portador de Carga”. Con tan solo analizar su nombre, ya podemos ver el peso del mensaje el cual tal profeta tuvo que vivir y pronunciar. Amos no fue llamado a profetizar prosperidad, Amos fue llamado primordialmente a profetizar acerca del juicio, tanto a aquellos que rodeaban ambos reinos, como también al pueblo escogido de Dios. Un pueblo que ahora contaba con Reyes, pero no con un Salvador y Señor. Un pueblo que prefirió un Hombre sentado en un Palacio, y no un Dios que Abriera paso en el Desierto. Imaginemos ahora como Amos se debe haber sentido, entendiendo que su nombre significaba “Carga” y notando la reacción del pueblo al cual le profetizaba, entendiendo que la profecía que pronunciaba hablaba de corazones endurecidos y alejados de Dios. Ciertamente es una tarea que no cualquier hombre pudiera llevar a cabo, así era la vida de los profetas del AT. En comparación con los profetas (¿estará vigente este título hoy?) de hoy día, quienes cuentan con grandes lujos y abundancia de bienes. Tenemos que verdaderamente filtrar toda profecía por la Biblia, pero también todo profeta debe cumplir con el Estándar y Vivencia de la profecía. La escritura también nos demuestra que Amos si cumplía con el estándar para pronunciar tal profecía, él fue un pastor el cual fue descrito como un boyero que recoge higos silvestres. Uno que fue tomado detrás del ganado al cual Dios dijo; “Ve y profetiza a mi Pueblo Israel.” Mucho más que un pastor, él fue conocido como un Criador de Ovejas, esto enfatizaba que Amos sabía tomar cuidado de algo tan sensible como la oveja. El León que había Comandado a Amos a Profetizar era uno que Rugía, pero el Amos escogido para tal tarea, fue un Pastor con un gran Corazón. El León es quien Ruge, nosotros solo necesitamos un Corazón dispuesto a Anunciar tal Rugido, y Reaccionar correctamente ante El.
No solo es interesante el Corazón y Reacción de Amos ante tal llamamiento, sino que también existe gran importancia sobre su profecía. Para que su profecía formara parte de nuestro Canon Bíblico, Dios debe tener una intención y propósito no solo para los habitantes durante el tiempo de Amos, sino también para los oyentes de nuestro siglo. Esta profecía era un gran aviso para el Pueblo de Dios, pues mucho más que ser para los alrededores, era para el Pueblo Escogido. De igual manera, esta profecía no es solo para el Pueblo Escogido del Ayer, sino para el Pueblo Escogido, la Iglesia del hoy. La Iglesia de hoy no está ante el mismo juicio del Pueblo de Israel para los tiempos de Amos, pero si estamos ante el mismo Rugido del León. El Dios que advirtió al pueblo del AT, es el mismo Dios que hoy sigue hablando y recordando al Pueblo sus males, para que puedan vencer el mal con el bien, para que puedan reparar sus fuentes de agua, para que puedan volver a escuchar la voz del Buen Pastor. En realidad, no hay mucha diferencia espiritual entre el pueblo al cual Amos profetizó, y el pueblo que hoy puede aplicar tal profecía a sus vidas. Ambos pueblos han pecado, y tienen la oportunidad de arrepentirse, para que terminemos no escuchando el Rugido del León, sino el Silbido Apacible del Cordero. El requisito para escuchar el Silbido del Cordero es poder alcanzar un genuino arrepentimiento, en contraste con el Rugido del León, el cual será pronunciado ante todo corazón endurecido que rechace esta profecía. Es tal como el libro de Apocalipsis nos advierte, es muy peligroso añadir y quitar a esta Profecía y Mensaje de Dios, pero también es de vida o muerte, rechazar e ignorar el Rugido del León.
Tenemos que preguntarnos porque Amos utilizaría el Rugido del León para describir a Jehová, porque entre tantos animales y ejemplos terrenales que él pudo haber utilizado, ¿por qué el Rugido de un León?. Conectando con la breve historia del principio, Amos está consciente con la perspectiva que el pueblo tiene sobre los leones. Estos cuentan con una voz más potente que muchos otros animales y criaturas de la tierra, de tal manera, que aun desde los tiempos de Amos hasta los tiempos del hoy, todavía temblamos ante el Rugido de un León. Sabemos que al escucharlo, hay algo que el León quiere comunicar, sea una advertencia, sea un mensaje, el Ruge con intención, para que todos lo escuchen, pero sobre todo, para que reaccionen ante lo que está siendo comunicado. He ahí uno de los secretos del Rugido del León, el Rugido nos demuestra la Autoridad del que Ruge, pero también la habilidad del Recipiente para Recibir y Reaccionar. Amos utiliza este concepto para demostrar la Autoridad de la Profecía, no es cualquier mensaje, no es voz de hombre, es voz de Dios, aquella que nos hace temblar ante Su Presencia, pero aquella que también nos Consuela con Su Gracia. Este concepto también demuestra el Propósito del Oyente, aquellos que Dios había escogido para que Escucharan y Recibieran el Rugido. La Iglesia tiene el Privilegio de poder Escuchar el Rugido/Mensaje que nos Recuerda el Poder del que Ruge, pero la Iglesia también cuenta con la Urgencia de Moverse conforme a la Profecía. El Rugido del León produce Temor en aquellos que necesitan Arrepentimiento, pero también produce Movimiento ante aquellos que Conocen al León que Ruge.
Nuestra generación no necesita voz de hombres, no necesitamos profecías falsas, no necesitamos voces motivacionales, necesitamos volver a escuchar El Rugido del León, y correr conforme a la Urgencia del Rugido.
"No es lo mismo Escuchar acerca del Rugido del León, que ser el Recipiente de tal Rugido."
Autor: Jorge Colón
theoreihub@gmail.com
10.11.2025