1 Samuel 1:24-28 - Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño. 25Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí. 26Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. 27Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. 28Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová.
En esta ocasión, nos paseamos por tiempos bíblicos donde se resalta un nombre muy conocido en la historia bíblica. Samuel, un siervo de Dios humilde, obediente, y sobre todo uno que marcó la historia aun dentro de tiempos de escasa palabra y de visión borrosa. Sin embargo, antes de meditar en la temática, no podemos pasar por alto que las Bendiciones vividas por Samuel, fueron precedidas por Sacrificios y Adoración de Sus Padres. Recordemos, los esfuerzos de nuestros Antepasados no determinarán nuestro Futuro, pero estos esfuerzos si pueden Complicar o Facilitar el Mañana de las Futuras Generaciones. Así como Timoteo fue instruido por una Loida y Eunice, asi como Jesus tuvo un Padre Carpintero y una Maria dispuesta a entregar Su Todo, Samuel también tuvo un Padre (Elcana) y una Madre (Ana) que a pesar de su circunstancia no dejaron de Adorar, no menguaron en su Oración, y comenzaron un Legado digno de Continuar. Los Padres de Samuel nos Muestran la Importancia de Pedir una Promesa con Fervencia, pero también la Gloria de Entregar lo Recibido con Reverencia.
Es interesante notar que el Padre de Samuel, Elcana, cuyo nombre significa “Dios ha Creado u Obtenido,” tenía dos mujeres, una llamada Ana, y la otra Penina. Para tales tiempos, era común ver la práctica de tener más de una mujer. En este caso, se entiende que la razón principal por la cual Elcana tomó una segunda mujer, era debido a que su primera mujer Ana era estéril. Para los tiempos bíblicos, tener hijos era una gran honra para las familias y en el caso de las mujeres, el tener hijos era visto como una bendición especial y un privilegio la cual muchas deseaban. La instrucción de Dios al pueblo había sido el mandato de id y multiplicarse para así producir muchas naciones, por lo tanto, aquella mujer estéril, que no pudiera vivir tal mandato, sería vista como alguien de menos valor, o alguien que estaba bajo algún pecado o castigo. Es por este motivo que Elcana también cuenta con Penina, para que así tuviera al menos una mujer que le diera hijos. Sin embargo, aun habiendo tenido hijos con Penina, aun bajo esta circunstancia, Elcana amaba a Ana, de tal manera que en ellos aún había esperanza de poder tener un hijo. Es aquí donde no solo Nacío su Pedido, sino también cuando comenzaron a enfocarse y dedicarse a tal Pedido. Ana, decidió ir al templo, y derramarse en oración, de tal manera que el sacerdote pensó que estaba ebria, pero se llevó la sorpresa de conocer a una intercesora, una mujer dispuesta a demostrar que no solo anhelaba un hijo, sino que fielmente creía en que Dios podía proveerlo. Esto nos lleva a reflexionar, ¿de donde nacen nuestras peticiones? ¿Qué hacemos por las mismas? Oraciones de 5 minutos? Repeticiones intensas sin sacrificio? Aquellas peticiones que solo Dios puede contestar requieren mucho más que un Pedido, la Oración es solo el comienzo, pero nuestro Esfuerzo y Fe hacia la misma tiene un gran peso. Antes de Celebrar la llegada de un Samuel, tenemos que Admirar la Adoración, la Oración, y la Acción de unos Padres Sometidos y Enfocados en la Promesa.
Al Señor le plació responder al Pedido con la llegada de un Hijo el cual llamaron Samuel, cuyo nombre significa “Dios ha Escuchado.” Que interesante, el nombre de Elcana nos recuerda que Dios Crea y tiene Posesión de las Cosas, el nombre de Ana nos habla de Gracia y Favor, mientras que Samuel nos recuerda que Dios Escucha y nuestros esfuerzos no son en vano. Es aquí donde entra la parte fácil de la temática, el Recibimiento de la Promesa es de los momentos más gratos que podemos vivir. Imaginemos cómo Elcana y Ana se sintieron con la llegada de este hijo quien en realidad era mucho más que una promesa. Cómo nos sentimos nosotros al recibir las Promesas de Dios y las Respuestas a nuestras Peticiones? Es un momento de alegría, de regocijo, siempre y cuando la respuesta recibida por Dios sea aquella que nosotros también anhelamos. Elcana y Ana continuaron Adorando y su Dedicación al Señor luego del recibimiento de la Promesa. Pero qué hacemos si Dios responde de manera opuesta? Y si Dios no hubiera querido que Samuel existiera o que ambos tuvieran un hijo juntos? Es fácil regocijarnos en los SI de Dios, pero es complicado hallar Sabiduría ante los NO de Dios, aquellos que Quebrantan pero al mismo tiempo Reconstruyen.
No podemos pasar por alto, que aun desde antes del recibimiento de la Promesa, Ana había hecho un Pacto con Jehová. Ella había prometido DEDICAR, ENTREGAR este hijo al Servicio de Dios. Aquí vemos un poco de ironía, Ana pidió un hijo que luego estaría dispuesta a entregar a Dios, aun cuando esto quizás significaría no poder verlo tan frecuente, o quizás pasarían muchos días alejados el uno del otro. Consistirá una Promesa en esperar tiempo para Recibirla, y luego tener que Entregarla? Ana entendió que a pesar de Dios responder nuestras Peticiones y entregarnos Promesas, Sus Propósitos van por encima de nuestros Anhelos. Ana reconoció que el mejor lugar para este niño no era su Hogar, sino el Templo del Dios que había hecho el milagro. De tal manera que luego de lograr destetar al niño, ella lo dedicó a Jehová tal como lo prometió. Samuel fue dedicado al templo, aún bajo tiempos de corrupción espiritual donde quizás él podría correr peligro de también caer en la apostaría aun desde temprana edad. Pues sabemos que los hijos del sacerdote seguían ministrando mientras vivían en pecado. Una Acción como esta debe de ser muy complicada para una Madre Primeriza por muchas razones, pero sobre todo, Ana no tenía certeza de un segundo o tercer embarazo. Esto nos lleva a reflexionar….. Entregar una Promesa siempre requerirá Mayor Fe que Creer en una Promesa. Que bueno es Recibir sus Promesas, pero ay de nosotros cuando Dios nos pide Entregar lo recién Recibido.
De alguna manera u otra, todos hemos Pedido y Recibido Promesas y Respuestas de parte de Dios. Algunas más personales, otras ministeriales, otras espirituales, pero el Dador sigue siendo el mismo. Quizás todos recordamos cuando las Recibimos, pero ay de esos momentos que nos suele doler recordarlos, esos momentos donde Dios nos habló y pidió que Sacrificaremos o Entregáramos lo mismo que un día le pedimos. Ana pudo haber buscado excusas para no cumplir el pacto, pero ella permaneció en su Compromiso, así como Dios fue Fiel a Su Promesa, Ana fue integra a su Compromiso. En nuestras vidas, en muchas ocasiones, buscamos excusas o razones para no cumplir lo prometido ante Dios, solemos olvidar lo que le decimos para no tener que vivir el compromiso. Si un compromiso y una promesa tiene mucho valor en la tierra, cuanto más no lo tendrá en el Cielo? Es necesario reflexionar….. ¿Cuántas Promesas no hemos Recibido, pero cuántos Sacrificios aún no hemos Entregado? Muchos somos los que Recibimos y nos Adueñamos, pocos somos los Dispuestos a Entregar y Sacrificar. Cuántas veces el Señor no nos ha pedido algo luego de Recibirlo, cuantas veces el Señor nos bendice para terminar pidiéndonos un Sacrificio? Dios obra de maneras desconocidas pero al mismo tiempo efectivas, El siempre sabe lo que hace. Dios ama Bendecirnos y que seamos Recipientes, pero Dios también se Glorifica en los momentos donde Él pasa a ser Recipiente de nuestro Sacrificio. Dentro de un mundo que Ama Recibir, la Iglesia tiene que Apreciar la Gloria de Entregar y Sacrificar. Somos llamados a Creer en y Recibir la Promesa de un Dios Fiel, pero también somos llamados a Agradecer y Entregar el Sacrificio ante un Dios de Pactos.
Existe Gozo y Celebración en una Promesa Recibida, pero también existe Gloria y Adoración en una Promesa Entregada. Cuando nos toque Recibir, Adoremos en Celebración, pero cuando nos toque Entregar, Adoremos en Sacrificio
"Existe Gozo y Celebración en una Promesa Recibida, pero también existe Gloria y Adoración en una Promesa Entregada"
Autor: Jorge Colón
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8.21.2025