Adoración y Alabanza
Adoración y Alabanza
Salmos 150:6 – Y todo lo que respire, alabe a Jehová
Juan 4:23 - Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
En una ocasión, observé a un niño levantar sus manos mientras su familia escuchaba alabanzas cristianas. Inmediatamente, un familiar preguntó: ¿porque tienes tus manos alzadas? Su madre no dudo en responder: “se encuentra alabando al Señor.” También recuerdo un anciano que se encontraba sentado en una banca en la plaza pública de la ciudad. Este anciano tenía su mirada fijamente enfocada en las brillantes nubes del atardecer, decidí preguntarle; ¿porque sus ojos observan tan detalladamente las nubes? Su impactante respuesta fue la siguiente: “me encuentro adorando al Señor.” Solo para Reflexionar…
Los conceptos de adoración y alabanza tienden a estudiarse frecuentemente en nuestras escuelas bíblicas y estudios devocionales. Pero aun así, se pasa por alto la profundidad que estos poseen. Desde el principio hasta el final de las Escrituras, podemos ver la importancia y definición de estos conceptos. La Escritura comienza brindando alabanza al Creador, pero también finaliza glorificando el Nombre del Señor. De hecho, adoración y alabanza son de las pocas acciones que la humanidad siempre ha realizado, aún realiza, y realizará por toda una eternidad. Comenzamos nuestra jornada adorandole, continuaremos alabandole, y nunca dejaremos de glorificarle. La humanidad fue creada para brindar gloria al Señor no sólo durante su jornada en la tierra, sino también durante su morada en el cielo.
Es con gran preocupación que queremos meditar en el verdadero significado tanto de la alabanza como la adoración. Note que hemos separado ambos conceptos pues cada cual tiene su propio significado. Ante las emergentes corrientes que se han levantado, tales como grupos de “supuesta” adoración donde sus letras hablan más del hombre y menos de Dios, nuestra generación está en peligro de perder el verdadero significado de ambos conceptos. Esto se junta con un mundo que abraza el relativismo, resultando en que muchos han creado su propia definición, apartándose de lo que establece la Escritura. Hemos llegado a pensar que estos consisten en solo sentir a Dios, en solo levantar las manos, en pronunciar Su nombre, cuando en realidad, son más profundos de lo que parecen ser. Nos fascina titular nuestros servicios dominicales como “servicios de adoración”, y tendemos a asociar y limitar ambos con tiempo y espacio. La presencia de Dios ABUNDA en los Servicios de Adoración, pero La Habitacion de Su Espíritu, MORA sobre todo aquel que VIVA lleno de Adoración.
Cuando analizamos ambos términos en la Escritura, podemos encontrar un gran tesoro. Tanto la alabanza como la adoración tienen su propia definición, propósito, y características. Una es dependiente de la otra, y una también es el producto de la otra. Una no puede estar presente, si la otra tampoco lo está. Es necesario que ambas estén presentes, para así vivir una vida que glorifica al Señor. Para que un alumno pueda pasar de grado, es necesario que este obtenga buena puntuación, pero también una buena asistencia. De nada vale que asista todos los días, si no tiene buena puntuación, y de nada vale que tenga la mejor puntuación, si nunca está presente. Ambas se convierten en un certificado que evidencia el carácter del alumno.
Adoración: es el ESTILO de vida donde nos postramos y honramos al Señor con todo lo que hacemos, decimos, vivimos, y con todo lo que somos. Es aquí cuando nos bajamos del trono de nuestras vidas y se lo entregamos a Cristo para que Él reine. Es una respuesta humana hacia la grandeza y el Señorío de Dios. Es cuando reconocemos que podemos honrarle en todo lo que hacemos, pues ya Él nos bendijo, con todo lo que dijo, con todo lo que hizo. Por eso no podemos limitar la adoración a un acto, a tiempo, a espacio, pues la adoración es abstracta, no la podemos ver y esta excede aquello que sí podemos ver. No la podemos ver, pero si la podemos vivir, y también entregarla al Padre. Adoración es todo lo que hacemos diariamente en nuestras vidas para honrar al Señor. No basado en tiempo y espacio, sino en una relación.
Alabanza: es toda ACCIÓN cuyo enfoque es glorificar y exaltar el nombre de Cristo. Mientras que la adoración es un estilo de vida, la alabanza se enfoca en momentos y acciones que pueden evidenciar una vida de adoración. La alabanza es esa expresión física/mental o auditiva donde manifestamos gratitud hacia Su nombre. Por lo tanto, la alabanza nace de lo interior hacia lo exterior, ya que es el resultado de una vida de adoración. Alguien que ya vive doblegado ante Dios en todo lo que hace, también tendrá el deseo de levantar sus manos hacia Él, y decirle cuanto Le ama, y cantar alabanzas acerca de Sus proezas, he ahí, el secreto de la alabanza y adoración. La alabanza genuina es el producto de una vida de adoración, mientras que la adoración genuina, es una vida que produce alabanza. Si de la abundancia del corazón habla nuestra boca, donde abunde la adoración, allí también se entonará alabanza. No puede haber alabanza si no hay adoración, y no puede haber adoración si no hay alabanza, porque perdería su esencia, ambas se complementan para darle gloria a Dios, y buscar Su respuesta. Cuando la alabanza y la adoración dicen presente, la respuesta de Dios también es evidente. Pues Dios siempre responde a todo aquel que se acerque genuinamente. Alabanza y Adoración es cuando buscamos responder a todo lo que es Dios, con todo nuestro ser. No podemos ver la ABUNDANCIA de Dios, si primeramente no entregamos TODO nuestro ser.
Vivamos en adoración, pero también en alabanza, no dejemos de adorarle ni de alabarle, y Dios tampoco dejará de responder, no de manera ordinaria, sino con Poder. La Alabanza y la Adoración siempre serán un puente hacia una respuesta de Su Poder.
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“Alabanza y Adoración es cuando buscamos responder a TODO lo que es Dios, con TODO nuestro ser."
Autor: Jorge C.
09/29/2023