El Aguijón


2 Corintios 12:7-9 - Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un AGUIJÓN en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.


Es alarmante notar la relevancia entre la condición de la Iglesia en Corinto con nuestra actual generación de Cristianos. A través de las cartas de Pablo junto a recursos históricos, podemos adentrarnos un poco en aquella mentalidad obtenida por los Creyentes Corintianos, los cuales no solo habían decidido engrandecerse y ser autosuficientes, sino que también escogieron por cuestionar la autoridad apostólica de Pablo. Debido a esto, y a muchas otras razones y necesidades de Corinto, Pablo les dedica dos cartas canónicas las cuales logran trabajar cada pregunta y necesidad que Corinto tenía, entre estas vemos una iglesia en desorden, con muchos dones pero poca doctrina, mal administración, adulterio, entre tanto…. Pero además de tratar las preguntas y necesidades, Pablo también procura defender su autoridad apostólica. Es hermoso ver cómo Pablo fue inspirado no solo a doctrinar a Corinto, sino también a defender su Llamado sin engrandecer el nombre de Pablo y mientras adora y exalta el nombre de Cristo. Cualquiera pudo haber tomado tal ocasión para hablar de sí mismo, para mencionar todos sus logros, mostrar sus medallas, más Pablo decide callar su orgullo, y dejar que su humildad cante tan alto, hasta adorar y hablar de Cristo. Si tan solo nuestra Generación hablara y cantara tan alto acerca de Cristo, no hubiera espacio suficiente para terminar hablando sobre nosotros mismos, colocando toda la gloria y honor donde único pertenece, al nombre de Cristo

 

Solamente debido a tal ocasión y cuestionamiento, es que entonces Pablo ve la necesidad donde de alguna manera él debía defender su autoridad apostólica, mientras al mismo tiempo no se engrandecia y daba un buen ejemplo a seguir. Si los adversarios de Pablo no hubieran cuestionado su autoridad apostólica, él nunca había visto la necesidad por “Gloriarse”, pero debido a tal comportamiento, Pablo decide compartir solo un poco de sus experiencias con el Señor, las cuales aun con ser SUS experiencias, estas engrandecen y hablan de Cristo. Es aquí donde él decide hablar brevemente sobre una experiencia la cual nos pudiera hacer escribir por horas, una experiencia la cual el referencia en tercera persona a pesar de ser el recipiente de la misma. Pablo conoce la gloria y el precio de tal experiencia, de tal manera que él habla de todo tan cuidadosamente, pues él no es el protagonista, el solo fue recipiente. Si Pablo, uno de los más privilegiados espiritualmente no decidió hacerlo, cuánto más nosotros con experiencias tan limitadas, debemos callar y permanecer humildes. El Dr. Kistemaker decía: “estamos familiarizados con el peligro de pensar demasiado alto de nosotros mismos; pero es así mismo peligroso, aunque quizás estemos menos consciente de ello, que otros piensen demasiado alto de nosotros.” Claro está, habrá experiencias que el Señor quiere que compartamos, pero hay experiencias que son entre nosotros y el Señor, las cuales no engrandecen nuestra fama, pero si fortalecen nuestra devoción con El. Esa es la verdadera meta de una experiencia, tal como decía mi gran amigo, toda experiencia con Dios, debe aumentar nuestra Vivencia con El.


Pablo luego enfatiza una ocasión donde fue llevado en éxtasis al tercer cielo, también referenciado como el Paraíso. Esta experiencia ha creado muchas preguntas y conjeturas, sin embargo, es interesante la referencia de un estudioso al decir: “El primer cielo se relaciona a la atmósfera, el segundo al espacio y el tercero al lugar donde habita Dios.”. Sin adentrarnos en el significado de la tal, o el debate entre literal vs simbolico, sabemos que Pablo tuvo el privilegio de ver y escuchar cosas celestiales, las cuales son muy gloriosas e indescriptibles por nuestro lenguaje y capacidad humana. Imagínese, detengamos por un momento, cómo nos sentimos a veces luego del Señor hablarnos? o luego de ministrar Su Palabra y ver personas aceptarle, o luego de adorar en un culto y ver cómo Dios obró a través de la adoración? ¿Cómo nos sentimos al finalizar tal obra o experiencia? Nos sentimos más fuertes, o nos sentimos más débiles? 


Esta pregunta debe retumbar en nuestros corazones tal como hizo en el de Pablo, pues quizás la carne de Pablo le impulsó a pensar que era más grande, o el mejor apóstol luego de tal experiencia, pero es ahí donde el mismo Dios que le permite la experiencia, también permite que un aguijón le sea dado para que no se engrandezca. Si tal experiencia fuera recibida en nuestra generación, estoy convencido de que veremos cientos de publicaciones hablando de la misma, unos admirándola mientras otras la critican, unos creyendo, otros dudando, creando más confusión que certeza, más egocentrismo que Cristocentrismo. Para evitar esto sucedieron dos cosas, Pablo fue inspirado a ser cuidadoso en la manera en que hablo de la misma, reconociendo que lo que vio, fue para su edificación y no debía ser compartido con el mundo. Lo segundo, Dios le permite recibir un aguijón, el cual en su contexto y griego koiné significaba una espina o estaca, la cual era conocida por poder herir la carne. Es interesante,  esta espina era utilizada para describir algo que hiere la carne, algo físico, y al ver el orgullo, la vanagloria y todos sus sinónimos, que pudieran atacar a Pablo, estos provenían de su carne, de su yo, y tal aguijón heriría lo mismo, para recordarle sus debilidades, pero también que había una carne que debe continuar venciendo. Pudiéramos estar horas debatiendo en cuanto a que específicamente fue el aguijon de Pablo pues entre las teorías más aceptadas, se encuentra la enfermedad, ceguera, soledad, depresión, entre tantas, quizás no sabemos QUE fue el Aguijón qué Dios permite, pero sí sabemos lo que tal Aguijón podía SIGNIFICAR. Pablo en su humanidad e incomodidad roga al Senor que le sea quitado, pero la respuesta del Señor nos estremece, El no podía removerlo ya que esto permitía mirar sus debilidades en las cuales el poder del Señor puede manifestarse. Tal Aguijón podía brindar incomodidad, dolor, molestia, frustración, pero entre todo, también brindaba un recordatorio y dependencia en cuanto a la Gracia de Dios. Pues Pablo necesitaba recordar que todo lo que había logrado y estaba por lograr, que tal experiencia, que lo que Pablo fue y lo que ahora era, todo había sido por Gracia. Que todo lo vivido por Pablo no era para que el nombre de Pablo fuera mencionado en las naciones, sino que el Nombre de Cristo se predicara por los confines de la Tierra. El Aguijón tiene un objetivo muy claro, y lo describimos con la siguiente frase:


El Aguijón no nos aparta de la Gracia, sino que nos hace Dependientes de la misma


En tiempos como los del presente, es necesario reflexionar; nuestra Generación necesita más Aguijones, y menos Reconocimiento. Si somos una Generación que anhela ver Su Gloria, también anhelemos ser Recipientes de tal Aguijón. 


"El Aguijón no nos aparta de la Gracia, sino que nos hace Dependientes de la misma"


Autor: Jorge Colón

theoreihub@gmail.com

11.23.2024